El Poder de la Lectura

  

Resumen de la entrevista realizada por Juana Neira en su programa Sueños de Papel (Radio Visión) al escritor colombiano Mario Mendoza el pasado 1 de diciembre de 2011.

P: Juanita Neira:

– Quisiera que en pocas palabras definas un poco, que significa la lectura, frente a ciertos poderes, ¿Cómo en Latino América y en el mundo se maneja este mundo? Sobretodo, cuando de alguna manera se le relega, al libro, a la palabra, a la lectura.

R: Mario Mendoza:

– En efecto, varios países Latinoamericanos no han entendido todavía muy bien lo que significa el poder de la lectura. La lectura es democracia en su más puro registro y es que leer significa ser muchos. Leer significa proliferar, multiplicarse. El que lee, de alguna manera está en otros; otros que son de otro sexo, de otra religión, de otra raza.

El que lee, aprende a pensar desde el otro. Es un ejercicio de alteridad.

El que no lee, es una persona que está atrapada en su mísera intimidad; considera que sus gustos, sus ideas son las únicas, las valederas, las necesarias. Incluso hay algo mesiánico en ése yo gigantesco, un poco megalómano.

La lectura es un ejercicio de multiplicación, de suma, subdivisión, de proliferación de la consciencia y por lo tanto es peligroso que la gente lea y es peligroso que la gente lea, porque la gente aprende un poder,  una fuerza, que al final creo que es la que lo rescata.  Que le da una posición en la vida tan distinta a las persona que no leen.

Uno ve que las personas que no leen son personas que tienen ideas y gustos  monolíticos, tercos, obstinados, obcecados.

En Naciones Unidas hay un nuevo concepto de riqueza que se denomina riqueza inmaterial. La riqueza inmaterial, es que uno puede ser una persona muy adinerada, uno puede tener propiedades, fincas, puede ser un exportador y en Naciones Unidas eso no sirve para nada. Yo no puedo llegar a Naciones Unidas pidiendo que me sumen mis bienes inmuebles, mis ahorros en dólares y en euros, porque ellos se morirían de la risa. La pregunta en Naciones Unidas es ¿cual es su nivel de estudio? ¿Cuales son sus maestrías, sus doctorados? En el caso de América Latina bordea cifras muy peligrosas 1,6; 1,8; 2 (libros al año), Argentina es una excepción siempre. Esas tasas tan bajitas de lectura se llaman analfabetismo funcional, que es gente que sabe leer y escribir en teoría, pero que jamás pasa por una librería, nunca compra un libro. Beben licor, van de juerga, van a las discotecas, comen en restaurantes, pero cuando van a una librería y les dicen que el libro vale $10, $15 dólares dicen esto es carísimo y finalmente no gastan, no tienen biblioteca en sus casas.

Un país que no lee es un país pobre, aunque tenga mucho dinero y eso es lo que es gravísimo y eso es lo que creo no hemos entendido bien. Hay que multiplicar las tazas de doctorados, de masterados, hay que multiplicar las tazas de lectura. Yo creo que si hay una década importante para América Latina es esta y será indisoluble de nuestra educación y de nuestra cultura.

Termina elogiando el programa con justo derecho.

Por eso creo que un programa como éste es pura resistencia civil, resistencia civil a través del pensamiento y si algo le falta al continente es justamente esto.

Escuchar todo el audio.

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A Esta Feria Le Faltó Canguil.

Imagen tomada del perfil de la Feria en Facebook.

Todos en alguna ocasión hemos disfrutado del sabor, olor y forma, del sabroso canguil. Su elaboración es variada, pero mantiene casi siempre características irremplazables para apreciarlo en su justa medida. Un poco de aceite, sal, mantequilla y especias al gusto, son ingredientes básicos de su fórmula gastronómica.

¿Se imagina que sucedería si alguno de estos ingredientes faltara? ¿Verdad que no sería lo mismo?

¡Sin duda que no!

Pues algo similar pasó en la preparación y desarrollo de la Feria Internacional del Libro Guayaquil 2011 (FIL), los comensales culturales (lectores, productores, expositores, etc) les queda un mal sabor de boca, las expectativas de esta Feria (la segunda en su orden organizada por el Ministerio de Cultura) cada vez están más lejos de cumplirse.

Entre los participantes de la FIL circula como secreto a voces varias de las posibles causas:

Se habla de falta de difusión del evento (antes y durante el desarrollo del evento); ineficiente utilización de los medios de comunicación convencionales y redes sociales que bien utilizadas generan publicidad barata; escritores que debieron estar y no estuvieron; sumado esto al escaso trabajo que se realiza en promoción de lectura con niños, jóvenes y adultos a nivel local y nacional.

Los resultados están a la vista (escasa asistencia de público) y no se los puede disimular volteando el rostro para mirar a otro lado.

Esta FIL fue un gran intento, pero intento fallido a fin de cuentas, la organización no hizo la tarea bien y el canguil se quemó antes de salir de la paila.

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El Librero Plena Influencia y Declive Post-Moderno.

Primera entrega

Especial: El Destino del Librero Ayer, Hoy y Mañana…

A lo largo de la historia de la humanidad la responsabilidad en la transmisión de los conocimientos estuvo en buena medida unida a la preservación de los libros y estos identificados a la labor silenciosa y perseverante de libreros con mucho oficio.

Vendedor de libros, pintura persa del siglo XiX.

Por razones del formato tecnológico en el que escribo intentaré ser breve. La difusión de la cultura ha tenido sus altos y bajos, empezó con niveles de alfabetismo muy reducidos, tanto que para el pueblo llano en su momento existían básicamente dos caminos para llegar al conocimiento académico o literario: o bien otros lectores hablaban de lo que leían; o era el librero el que cumplía esta tarea de recepción-transmisión.

Por ello, no es de asombrarse el enorme papel que cumplía el librero en la sociedad como prescriptor de las ideas nacionales y extranjeras que se estaba gestando.

Luego con la aparición del modernismo y entrada en escena varias innovaciones tecnológicas como la creación de la imprenta de Gutenberg, el libro poco a poco deja de ser un producto exclusivo de élites económicas e intelectuales y pasa a ser considerado de a poco en un producto de masas para la floreciente clase media que empezaba a desarrollarse con el proceso de la revolución industrial.

El librero por su parte seguía detentando un gran poder, pero esa influencia ya no la ejercía de forma solitaria, pues con el rápido crecimiento de nuevos diarios y revistas, se empezó a volver más común que los lectores llegaran a las librerías solicitando títulos específicos recomendados a través de la prensa escrita.

Es también por esta época que aparecen los primeros best seller, un concepto bastante nuevo para la época e impensado tiempo atrás.

Prensa para imprimir de Gutenberg (casa de Alberto Nurero, Nuremberg)

Los diarios seguían su marcha irreversible y contundente y lo lograban con una fórmula bastante sencilla y eficaz, a través de publicaciones periódicas de novelas que muy rápidamente se hacían populares.

Iniciado el siglo XX la aparición de la radio y posteriormente la televisión impulsan más el tema que había iniciado el periodismo escrito.

Es decir, que la primacía prescriptora que había tenido el librero a través de siglos varió muy rápidamente con las innovaciones tecnológicas antes citadas y eso no es todo en la actualidad el uso masivo de esta nueva herramienta denominada internet, rompe otro esquema que todavía falta dilucidar.

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Y Su Nombre es Louise…

En 1946 una mujer joven de 26 años ingresaba a la Biblioteca Pública de Castle Douglas, al suroeste de Escocia. El motivo. Suscribirse para recibir a través de préstamo, alguno de los 300 mil libros albergados en sus instalaciones.

En 1946 una mujer joven de 26 años ingresaba a la Biblioteca Pública de Castle Douglas, al suroeste de Escocia. El motivo, suscribirse para recibir a través de préstamo, alguno de los 300 mil libros albergados en sus instalaciones.

A partir de esa fecha empezaría su largo peregrinar lector. Según refieren funcionarios del citado establecimiento; “empezó retirando seis publicaciones por semana, hasta llegar a 12 cada siete días”, e inclusive nunca tuvo que pagar multas por retrasos en las devoluciones.
Durante los 63 años de inscrita como socia activa de esta biblioteca Louise Brown habría leído 23 libros por mes, 276 por año, 1380 por lustro, lo que da un total de 25 mil ejemplares leídos en el momento exacto de su cumpleaños 91 (año 2009) que la BBC decidió dedicarle por fin un artículo y con ello la sacó del anonimato lector para convertirla sin mucha complicación en la lectora más voraz del mundo.
La anécdota de esta venerable anciana es oportuna para dejar abiertas varias interrogantes. Cómo por ejemplo ¿Qué habría pasado si Brown en vez de nacer en un país como Escocia (sexta potencia económica europea) nace en un país cualquiera de Latinoamérica?

¿Cuántas bibliotecas públicas existen en esta región que permitan llevar los libros a casa?

¿Cuántos libros promedio lee un ciudadano de nuestros países?

Y lo más inquietante del asunto ¿Qué se hace o ha hecho para cambiar éste panorama?

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A los buenos libreros.

Publicado el 18 agosto, 2011 por Sergi

En casi todas las grandes ciudades que visité, uno siempre busca librerías, y a veces encuentra una donde se siente a gusto, a menudo porque el librero le hace sentir a uno re bien. Y se pasan el rato charlando o tomando un cafecito. Y por ahí que uno va aprendiendo de los libreros. Aquí en Quito fue LibriMundi y Cris. En Santiago de Chile,  Sergio de Metales Pesados…

Lo que uno no logra entender, es el precio de los libros en Sudamérica. Extraño, pero cuestan lo mismo que en España! Para que se hagan una idea, en Bolivia uno come por 2€, un libro editado recién cuesta 20€, es decir 10 comidas. ¿Se imaginan que en España un libro costase 200€? ¿Cómo puede leer la gente? Claro, siempre quedan las bibliotecas. Eso si tiene la suerte que haya alguna en su ciudad. Pero si uno quiere leer una novela editada en los últimos 50 años, no se canse, no la encontrará en la biblioteca.

Librimundi Quito

ARTÍCULO PUBLICADO DESDE EL SITIO segonaopcio.wordpress.com

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¡Conversemos!

El presente tiene como fín abrir el debate sugerido por la articulista de La Revista del Diario El Universo Clara Medina. La periodista planteaba en su artículo lo siguiente:

«Propongo que comencemos a conversar de libros. Que así como mientras tomamos un café con alguien le decimos: “Me vi la última película de Pedro Almodóvar”, o “acabo de escuchar una canción maravillosa de Shakira”, le podamos contar: “Me leí la última novela de Vargas Llosa o de Rosa Montero”. Conversar es una forma de compartir. Conversar es una forma de difundir. Dialogar es una manera también de entusiasmar». Leer artículo completo.

Estimada Clara Medina concuerdo con usted, a nuestra sociedad le hace falta conversar y mucho sobre libros. Demoler la estructura impuesta desde las aulas donde en muchos casos su sola mención nos provocaba tensión.

Conversar  también para aprender a debatir las ideas con altura, respetando el criterio del otro, aunque no coincidamos con sus planteamientos.

Conversemos sobre el peligro de un pueblo que no lee su historia.

Conversemos sobre lo peligroso que es ser abanderado de una única idea, sacada de un libro único y mal leído de paso.

Conversemos de cómo cientos, quizás miles de libros lloran de soledad por ser leídos en bibliotecas públicas donde no existen préstamos de libros y lo que existen actualmente son horas de visitas como en los reclusorios.

Conversemos de los clubes de libros, que si bien mueven el sector librero, a veces sus ideas (por brillantes que estas sean) se quedan en la reunión de salón y no crecen como debería suceder con la buena semilla.

Conversemos de por qué en Ecuador es más rentable manejar un casino o discoteca, que una buena librería.

¡Conversemos!

El debate ojalá se inicie.

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Record Algo Curioso.

Vivir a diario las experiencias propias de un librero no es tarea simple, ni desdeñable. De hecho, es hasta la fecha una de las actividades más ricas y enriquecedoras que me ha tocado vivir (el trato directo con la gente deja casi siempre deja gratas recompensas y anécdotas originales).

En tardes anodinas y lentas son propicias para reflexionar sobre varias de las utilidades propias del libro, o sería mejor decir, de los usos que se le puede dar.

Recuerdo que un día como hoy (similar en apariencia) nos visitó una pareja (25 a 30 años promedio) recién llegados al sector después de un conveniente matrimonio.

Entraron al local y con ojos curiosos recorrieron rápidamente el sitio; luego fueron tomando de las perchas todo cuanto a sus ojos parecía interesarles.

De esta manera fueron apilando uno a uno en la caja registradora una cantidad numerosas de títulos variados en contenido, pero similares en formato. Libros lujosos y de gran formato eran los que les interesaban, el tema del que trataran era materia de otro análisis que al parecer poco les importaba en ese momento.

 La pareja pidió se les hiciera la suma del costo total de todo cuanto ambicionaban y ante nuestro asombro y su desparpajo (o debería decir vanidad) la máquina marcó US$2 mil 500 dólares (el equivalente de casi un año de trabajo ordinario de un librero local). Ellos sin inmutarse, ni reflejar signos de asombro ante la cifra poco común, de la forma más parsimoniosa nos presentaron su tarjeta dorada ilimitada. Luego como si su ingenuo acto fuera insuficiente, fanfarronearon un poco sobre lo bien que se iban a ver los libros en el mueble predispuesto con anterioridad por su diseñador de interiores.

Según pudimos deducir, todos cuantos nos encontrábamos allí, la peculiar compra formaba parte del pedido especial y servirían para “llenar”, (no de conocimiento), sino mas bien, llenar un mueble instalado en la lujosa mansión adquirida en el sector.

Cierto es que hay libros inalcanzables para el común de los mortales, bien por su precio, barreras culturales insalvables o el desinterés por bienes intelectuales que suele tener el pueblo llano (y no estoy hablando de clases sociales, que no siempre es el mejor referente en el ámbito librero en cuanto a gustos). Pero US$ 2 mil 500 dólares para comprar libros con fines decorativos, en una sociedad  con cifras no cuantificadas de analfabetismo funcional (y del otro) es poco menos que ofensivo.

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Curso Virtual: Librería Como Espacio Cultural

Se aperturaron las inscripciones para la segunda edición del curso virtual La librería como espacio cultural, que organiza el Centro para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) y que tendrá lugar entre 1 de agosto al 30 de septiembre de 2011.

Las incripciones inician el 11 de julio y cierran el 9 de septiembre de 2011.

La p{agina del CERLALC anuncia interesantes descuentos a primeros inscritos.

Este curso está dirigido a libreros y/o a personas que trabajen en librerías en el ámbito latinoamericano.

El curso busca potenciar a las librerías como espacios culturales,  no sólo en dinámicas y actividades que vinculan al público lector y a su zona de influencia con la librería, sino que a través de estas que se generen mayores ventas que harán posible la sostenibilidad económica de su negocio.

Mayor información en la página de CERLALC.

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Rosa Montero Elogia a Libreros en Artículo.

Rosa Montero

Diario El País/España

Todos los escritores veteranos como yo sabemos bien lo que cuesta llenar una sala para presentar un libro; ni los agentes de prensa más eficientes ni el patrocinio de grandes empresas pueden asegurar que un local se llene, porque cada día somos físicamente más vagos y hay menos espacio para la cultura en los medios de comunicación. Pero probablemente todos hemos asistido también a alguno de esos milagros que suceden cuando llegas a una pequeña localidad, a una plaza difícil sin tradición cultural o a una barriada deprimida, invitado por una modesta librería; y de repente el sitio se abarrota de público y la gente no cabe y se agolpa en la calle.

Y déjame que te diga, hermano escritor: no es mérito tuyo, sino de los libreros.

Cuanto, cuantísimo hay que trabajar cada día, cada mes, cada año, para lograr llenar ese local. Un trabajo tenaz, imaginativo y callado, una siembra lentísima, hasta conseguir tal confianza con los clientes que, como Hamelin, puedas arrastrarlos detrás de ti al compás de tu música, esto es, de tus consejos. En mitad de la Feria del Libro de Madrid, mientras firmo de caseta en caseta, no hago más que pensar en los libreros. En esas personas tan especiales que dedican su vida a algo que desde luego no va a hacerles millonarios, y que trabajan inacabables horas leyendo, cuidando, recomendando, enardeciendo la voluntad de sus parroquianos. El buen librero conoce a sus asiduos con finura de enamorado; ofrece las lecturas adecuadas, va creando generaciones de lectores, acompaña a los hijos de los clientes en su crecimiento literario. En muchas zonas la librería es el único centro de dinamización cultural, un papel que nadie les tiene en cuenta. Las librerías son nidos de sueños y los libreros son médicos del alma. Sin libreros predictores, solo leeríamos best sellers. Por todo esto, gracias. Muchas gracias.

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Decálogo del lector informado.

Consejos a tomar en cuenta antes de visitar una tienda de libros.

Fue Moises el gran patriarca del cristianismo primitivo, quién por vez primera presentó un decálogo escrito en piedra, luego de esto se han puesto de moda. De hecho, los hay casi de todos los temas. Hoy presento el primer decálogo a tomar en cuenta si se decide de verás a visitar uno de estos centros de cultura llamados librerías.

1. No siempre son confiables las recomendaciones de la prensa. No se olvide que esta debe su existencia en parte a los pautajes publicitarios. Detrás de varias de las recomendaciones que salen en los diarios, semanarios, revistas, etc, puede haber algún pacto expreso o tácito entre la editorial o empresa librera para sacar adelante alguna obra. Tómelo con calma. Revise muy bien lo que va a comprar, antes de malgastar su dinero.

2. ¿El librero es su amig@?

Si y no a la vez. Los libreros son personas que permanecen mucho tiempo entre libros, conocen mejor que nadie lo que está leyendo la gente y también los libros que son mucho ruido y pocas nueces. Por otra parte, no confíe en los libreros que aducen de la calidad de toda obra con tal de vender algo de papel. En esta regla funciona bien aquella frase, “amigo no es el que te llena de lisonjas, sino el que te dice la verdad aunque duela”.

3. No siempre el mejor libro gana todos los premios en los que participa. Grandes obras universales nunca ganaron ningún galardón,  sin embargo, siguen tan actuales como siempre. El juego publicitario de los premios literarios no es nuevo, detrás de muchas obras conocidas, priman intereses económicos de las editoriales, distribuidores y librerías. El premio puede ser un referente a tomar en cuenta antes de adquirir un determinado libro, no la excusa de nuestra comodidad intelectual.

4. La vieja mentira de los 10 más vendidos. Si han llegado hasta esta cuarta regla, estoy seguro que ya su instinto de supervivencia le habrá permitido aguzar sus sentidos de tal manera, que incluso ya habrá empezado a desconfiar de la muy bien elaboradas listas Top Ten. Otra estrategia publicitaria, orquestada por las librerías y la prensa en general.

5. Pregunta siempre por los libros con descuento. Se sorprendería sobre la cantidad de libros que se pueden comprar con muy buenos descuentos si hubiese tenido la información adecuada.

6. ¿El bestseller el mejor amigo del lector? Emitir una sentencia definitiva al respecto conlleva algo de riesgo.  Asi como todo buen libro no llegará a ser siempre un bestseller, el hecho de serlo tampoco garantiza la calidad literaria o científica del mismo. El termino ha sido impulsado en gran medida por las casas editoriales.

7. Todo libro que comienza mal, es muy probable que termine mal. Hay libros que empiezan más o menos así: Esta obra no es la creación de un neofito, con aspiraciones misántropas. Pues a pesar del complejo  método onírico que fluctúa entre lo fantástico y lo alegórico…bla bla y más bla y que por lo regular nunca «sueltan el rollo» a tiempo.  Semejantes pretenciones, esta bien para escritores re-conocidos, no para escriotres noveles con arduo camino por recorrer. La claridad y el poder síntesis es cualidad de casi todo buen escritor.

8. Cuando quiera comprar un libro procure ser lo más específico posible. El solicitar un libro describiendo el color de las pasta y la fotografía o ilustración de determinado objeto no serán de mucha ayuda para el librero, a menos que éste sea un maestro de la adivinanza. Nombre del libro, autor, editorial, son un buen comienzo para una búsqueda exitosa.

9. Los libros referidos por amigos con intereses comunes son una de las opciones muy saludable a la hora de adquirir un libro.

10. Nunca ingrese a una librería faltando 5 min para el cierre. Créame no será bienvenid@ y peor si trae un enorme listado bibliográfico o si intenta conseguir el mejor libro que se haya escrito sobre la interculturalidad en el periodo greco-romano o algo de esa raigambre.

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Estamos para serviles… pero no como alfombra.

Había escuchado sobre los derechos de los lectores pero en ninguna parte  mencionaba como derecho tácito o expreso el poder irrespetar a los libreros.

Ingresa un hombre de tés trigueña y complexión gruesa y al que podría calculársele unos 60 años. Comienza a husmear en la mesa de novedades de la tienda y de pronto, más o menos a diez metros de la caja, alza la mano y eleva la voz.

– ¿Dónde está el lector de precios?–. Su rostro se transfigura a una forma molesta.

–Permítame y le reviso el precio–. Le dije en calidad de dependiente.

– ¿Acaso no tienen lector de precios?

–No. Pero le puedo revisar en la máquina. Adicionalmente en las primeras páginas está marcado el precio con lápiz.

Su rostro se sigue desencajado, alguna molestia le ronda en su organismo notoriamente.

Luego me quita el libro y lo deja abandonado sin decir palabra alguna en la mesa (presumiendo que con su cara de policía en revuelta estudiantil tendría que entender que posteriormente tenía intención de comprarlo).

Regresa a hojear de nuevo libros del escaparate de novedades.

Procurando mantener el orden de la tienda, me predispongo a llevar el libro a su sitio original y para mala fortuna de él y mía -por supuesto- me lo encuentro a medio camino

–¿Dónde lleva ése libro?

–Lo devuelvo a su sitio.

-¿Y quién le dijo que lo llevara?

– Disculpe… Pero nadie me dijo que no lo llevara.

– ¿Qué le pasa a usted? Me está faltando el respeto. No te he dicho que te lo lleves.

– Señor no lo tome de esa manera, simplemente lo regresaba a su sitio.

Eso fue suficiente para irritarlo, su bilis estaba envenenado el local. El tipo estaba en shock emocional y su absurdo enojo le impedía escuchar que había dejado de hablar y de su boca lo único que afloraban eran gritos.

Había escuchado sobre los derechos de los lectores pero en ninguna parte  mencionaba como derecho tácito o expreso el poder irrespetar a los libreros.

El tipo soltó sus últimos dardos venenosos (con palabras que por respeto a ustedes lectores las evito publicar) y salió de la tienda echando “parabienes” que nos alcanzaban como hasta diciembre.

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María Pueblo y la libertad de Información.


Crónica realizada a propósito de la presentación del libro “Acceso a la información pública: Instrumentos Internacionales y ecuatorianos, de protección y defensa del derecho a la información” el 26 de abril del 2011.

Maria (nombre ficticio) mujer de 40 años y madre de dos hijos menores de edad, quien habita en algún lugar del sur de Guayaquil se predispone a iniciar su día, sin mayores contratiempos que los típicos de una Jefa de Hogar. Su vida oscila entre las tareas domésticas y re-pensar con que recursos solventar su escuálida economía.

Ella ignora que en un salón de la ciudad a esa misma hora en que ella termina de recoger el montón de ropa que lavó por la mañana, se reúnen varios políticos, periodistas, abogados e interesados en defender o por lo menos conocer sobre un derecho humano básico, el de la Libertad de Acceder y Difundir contenidos y que aunque esto no sea cosa que le interese, más temprano que tarde le golpeará directo al rostro.

Como María diría: ¿A quien le interesa que de 5000 instituciones estatales legalmente constituidas y que están obligadas por la Ley de Acceso y Transparencia a la Información Pública, sólo la octava parte de estas es decir 600 han entregado algún tipo de información esclareciendo lo que hacen y dejan de hacer con los dineros del estado? ¿O qué funcionarios de Diario El Universo hayan presentando cerca de 50 solicitudes de acceso a información no reservada y que hasta la fecha ninguna de las autoridades judiciales se hayan manifestado en este particular?

Lo que no sabe mi querida María es que detrás de toda esta falta de información podría haber vivos que se podrían rifarse el dinero. Su dinero. Nuestro dinero. Con el que se podría construir escuelas, servicios básicos, hospitales, etc. Y que a ella por su situación y nivel de vida se le tornaría más complicado acceder a estos derechos consagrados en la Constitución.

Por este motivo nos reunimos un buen grupo de personas conscientes con esta realidad y convocados por el lanzamiento de un pequeño libro (que sintetiza en 78 páginas) publicado por Diario El Universo en conjunto con la Fundación El Universo que agrupa varios documentos y leyes internacionales y nacionales que garantizan el libre acceso a la información pública y la rendición de cuentas en lo que refiere a la rentas del aparato estatal.

Después de la presentación del libro todo lo que se puede decir en estos eventos ya se había dicho y el público inteligentemente se guardó sus preguntas y es que este tema más que preguntas se necesitaban respuestas. María Pueblo, necesita respuestas al respecto.

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Medio pan y un libro.

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

«Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro.

Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.»

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La mecánica de los premios literarios.

Revista Semana /Colombia

Juan Gabriel Vásquez (foto) acaba de ganar el Premio Alfaguara de Novela y hace poco Antonio Ungar ganó el Herralde. Pero entre tantos premios literarios, ¿cómo saber si un premio vale la pena? ¿Cómo funcionan los premios en el mundo de las letras en español?

La palabra premio funciona. Genera un titular noticioso, y el premiado resplandece en un aura de gloria instantánea. Y entre todos, el resplandor de los premios literarios es el más insoportablemente glamuroso de todos. No importa cuántos haya en el mundo (solo en Francia se calculan 1.500), no importa qué tipo de premio sea: ganar un premio parece un hecho excepcional y por eso es noticia.
Pero la profusión de premios ha generado una gran confusión entre los lectores. Cada vez es más necesario mirar con cuidado cómo funciona la escogencia del ganador. En Gran Bretaña, por ejemplo, los premios literarios más prestigiosos son el Booker y el Costa Award. Ambos son otorgados por fundaciones culturales que no forman parte de la industria editorial. Son otorgados a novelas publicadas durante el año precedente al premio. El jurado está conformado por críticos y académicos del mundo de la literatura que suelen premiar buenas novelas. No otorgan sumas de dinero extravagantes, porque basta uno de estos premios para que se disparen las ventas de la novela.

Así funciona también el Goncourt. Y el día que se anuncia, Francia se paraliza. Luego, el autor celebra mientras su editor –más feliz todavía– ordena a la imprenta reimpresiones a toda prisa. ¿Cuánto recibe el ganador del Goncourt? La honorable suma de 50 euros, cifra que ha permanecido inmune a la inflación desde que nació el premio, en 1903.
En Estados Unidos también hay, entre muchos, dos premios literarios destacables, y ambos funcionan igual. Tanto el Premio Pulitzer de Novela como el National Book Awardson otorgados por fundaciones. Los dos entregan 10.000 dólares.

Aquí no

En el mundo hispanoparlante las cosas son muy distintas. Los premios más sonados son de las editoriales. Cosa aparte son el Cervantes y el Príncipe de Asturias, que sí son otorgados por fundaciones, pero premian la carrera de un escritor, no un libro.

Los premios más conocidos en Iberoamérica son el Planeta, el Alfaguara y el Herralde, de la editorial Anagrama, que este año recayó sobre un colombiano: Antonio Ungar. Y a ellos ha venido a sumarse el premio de Editorial Norma. Todos son dados por casas editoriales, y casi todos, excepto el Anagrama, entregan sumas de dinero descomunales –para el mundo de la literatura–. Son premios a manuscritos y no a novelas publicadas. Porque son estrategias de marketing para vender sus libros. Eso es todo.

Estas exorbitantes cifras de dinero (el Planeta, entrega 600.000 euros,), elevadísimas para el negocio editorial, son un anticipo por las ventas.

Cortar el ponqué

Un escritor recibe en promedio entre el 8 y el 12 por ciento del precio de venta de un libro. El resto se reparte en la larga cadena de la industria. Pero a los autores se les suele pagar un anticipo, basado en las proyecciones de ventas potenciales que hace el editor. Muchas veces el editor se equivoca y las ventas no cubren el anticipo ya dado, que no se devuelve. Obviamente, los autores consagrados reciben anticipos fuertes y sus agentes negocian los porcentajes de ventas. Es la sencilla ley de oferta y demanda.

Si los 650.000 euros del Planeta, los 175.00 dólares del Alfaguara o los 100.000 dólares del Norma son anticipos, la presión para que se vendan estos libros es enorme. Por eso son premios comerciales.

Lo bueno y lo malo

Esto no quiere decir que esos premios sean malos. Pero es bueno recordar la mecánica para saber a qué atenerse. Es, por supuesto, un terreno espinoso. El exorbitante Premio Planeta, que puede llegar a vender entre 150.000 y 400.000 ejemplares de la obra premiada, lleva a cabo una multimillonaria y cuidadosa campaña de marketing: hasta los reyes de España y el presidente de gobierno (preferiblemente si es del Partido Popular) acuden a la cena de gala de premiación. El premio ha sido otorgado tanto a autores literarios como a comerciales, y, comprensiblemente, prefieren a estos últimos. Las editoriales están atentas para saber qué se vende mejor. Pueden dar un golpe y ‘robarle’ un autor a una casa de la competencia. Pueden dar el premio a un autor que ya vende muy bien. O a una novela cuya temática esté de moda.

Planeta es una casa muy española y su premio no circulaba bien en América Latina. Por eso crearon hace cuatro años el Premio Iberoamericano Planeta-Casa de América, dirigido a este mercado. No es el mismo, y tiene una remuneración menor, pero nada despreciable, de 200.000 dólares. Así, Planeta ha segmentado los mercados mientras capitaliza el poder de su marca. También ha creado pequeños premios para mercados locales, como el Planeta de Periodismo en Colombia. En España entrega cada año 16.
El Alfaguara, en cambio, nació con una vocación latinoamericana, en una época de expansión de Prisa hacia América Latina. De 13 entregados, diez han sido para latinoamericanos. Y suelen premiar a sus propios autores, porque si ya han apostado por ellos editorialmente, el premio los valoriza. La connotación de este premio en el mundo cultural es que suele darse a autores de más prestigio literario que el Planeta, pero esto no ha sido garantía de éxito de ventas. Lo mismo pasa con el glamuroso Anagrama, que solo otorga 8.000 euros, pero lo entrega una editorial vista como una exquisita boutique del libro.

Es sabido que en España el Premio Planeta es el que más vende, porque es más antiguo (se fundó en 1952) y está más enraizado en el imaginario de la población. Curiosamente, la colombiana Laura Restrepo ha sido uno de los premios Alfaguara más vendidos, y han acertado con autores como el peruano Santiago Roncagliolo, pero la verdad es que no siempre han dado en el clavo de las ventas. Pero Vásquez sí puede ir por el mismo camino del peruano.

A dedo

Todo esto lleva a una pregunta: ¿pueden estos premios provenir de concursos legítimos? Claro que no. Si bien los manuscritos son enviados con seudónimo y se supone que deberían ser todos leídos por el jurado, y que gana el mejor, esto no es cierto. Para empezar, es imposible que un jurado se lea los 500 manuscritos que se presentan, y se supone que hay un jurado ‘negro’ que hace cribas iniciales. Pero es obvio que la dirección editorial de la empresa señala, elige, investiga qué buenos escritores están a punto de terminar una novela, habla con los agentes literarios (que tienen un enorme poder) y con los autores, y claro, los invita a presentarse al premio. De hecho, a los escritores consagrados les ofrecen el premio. Porque casi ningún autor de renombre, que sabe cuánto venden sus libros, va a correr el riesgo de presentarse a un premio y perder. ¿Para qué someterse a eso? Y es que el tamaño de los egos es un asunto complicado en el mundo de la literatura. Los miembros de los jurados sí leen a los cuatro o cinco finalistas, pero el editor, casi sin excepción, tiene la última palabra.

Precisamente por eso, premios como el Tusquets, más reciente, se han promocionado como premios ‘verdaderos’, y el mismo Alfaguara, cuando lo ganó el completamente desconocido escritor mexicano Xavier Velasco, recalcó que esa era la prueba de que su premio no se daba a dedo. Pero tampoco es cierto. Tomás Eloy Martínez o Manuel Vicent, ambos ganadores en el pasado, fueron ‘cordialmente invitados’ a presentarse.

Y es que hay de todo un poco. Cuando a Planeta se la ha tachado de dar premios demasiado flojos, sorprende al año siguiente premiando a un autor de peso. Ernesto Sábato y Miguel Delibes denunciaron que el Planeta les había sido ofrecido a ambos en 1994, y lo rechazaron. Otro caso más reciente es la demanda por fraude ante un tribunal argentino de Gustavo Nielsen, un escritor participante, en 2005, cuando el Planeta local fue dado a Ricardo Piglia. Y, cosa insólita, ganó la demanda.

Pero esto no implica que los premios sean malos. Todo editor siempre anhela el equilibrio entre la calidad y las ventas. No es fácil. Y en medio de esa tensión, las casas hacen sus apuestas.

El que Alfaguara haya premiado a un autor joven, de envergadura, como Juan Gabriel Vásquez es una buena noticia para la literatura colombiana. Y Colombia debe esperar la publicación de la novela con genuina curiosidad lectora, porque a pesar de que Vásquez genera animadversión en el mundillo literario local por su carácter un tanto altivo, es un escritor de una rara inteligencia, que combina su férrea vocación con una inquebrantable disciplina de lector, y es dueño de un ya probado talento poderoso.

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El Mes de las Guerreras de la Vida y la Palabra.

Al  momento de escribir este artículo, el tiempo parte en dos a marzo, conocido como el Mes de la Mujer  y por allí, en lo recóndito de mi consciencia tengo presente el hecho que este blog librero le debe como mínimo una referencia a este importante acontecimiento.

Cuando el mundo celebra en este año el Centenario del Día Internacional de la Mujer Trabajadora y para que esto haya sucedido muchas heroinas y martires han tenido que entregar su vida, en pos de obtener algo de igualdad, justicia y respeto por sus derechos individuales y colectivos.

La historia de la humanidad esta signada por mujeres de gran valor pero es a partir de inicios del siglo XX cuando se comenzó a proclamar, desde diferentes organizaciones internacionales de izquierda la celebración de una jornada de lucha unica.

Muchos son los casos comprobables de nuestras culturas donde se puede observar la relación permanente de la mujer con la cultura y el ámbito de los libros de forma particular debe ser uno de los que más se ha nutrido con las guerreras de la palabra, tanto como lectoras críticas, escritoras audaces e irreverentes, críticas literarias, editoras y como olvidar a las queridas compañeras libreras a todas estás mujeres mi abrazo y mi felicitación.

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Sobre el placer de leer en voz alta.

El acto de leer a menudo solitario, puede adquirir nuevos matices de la mano de compañía agradable, tal es el caso de los Clubes de Lecturas abiertos (donde los participantes son convocados de forma pública a debatir sobre determinado libro de su interés) o los cerrados (agrupados por afinidad o amistad cercana entre miembros y que mantienen cierta regularidad entre sus integrantes y sus reuniones).

Los Clubes de lectura abiertos al parecer están tomando forma en Guayaquil de la mano de la Librería Librimundi y la Fundación El Universo; ambas con mucha tradición en difusión cultural y la formación de nuevos lectores.

La primera (Librimundi) lleva adelante desde el mes de junio del año pasado el desarrollo de un Club de lectura abierto entre sus clientes y amigos.

El caso con Fundación el Universo no es menos meritorio, su Club de lectura empezó en noviembre del año pasado y no han parado desde esa época.

Actividades.

En Librimundi se analizará en el mes de marzo el libro El Hombre que Amaba los Perros / Leonardo Padura

Fecha: Jueves 29 de marzo.

Lugar: Guayaquil: San Marino 19:00 / Riocentro Ceibos 18:00

En Fundación El Universo se han planteado revisar el libro La Loca de la Casa / Rosa Montero.

Fecha: Lunes 12 de marzo

Dirige: Maricarmen Peré.

En ambos eventos la entrada es libre y como única condición ambas instituciones solicitan leer la obra para disfrutar el momento de la conversación.

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